La vida es...

La vida es un regalo divino, no un préstamo humano.

miércoles, 8 de junio de 2011

¿DE DONDE PROVIENE NUESTRA MALDAD?

Ahora me he dado a la labor de analizar la mala substancia a niveles comunes y silvestres.  Es decir, no en los extremos sobre los cuales se vuelve evidente.  No en el drogadicto, ni en el degenerado sexual, ni en ladrón, ni en el asesino.  Pudiéramos pensar que “maldad” involucra a estos tipos de persona exclusivamente.  Lo cierto es que la relación hombre - demonio tiene tantos sabores como años de existir.  Y pude manifestarse en un asesino, como en quien niega la existencia de Dios, como en quien niega la existencia del diablo, en el adinerado, en el pobre, en el erudito y en el ignorante.  Por ejemplo, pudiéramos hablar de maldad humana no sólo en el carterista, sino en el político ladrón. Estamos acostumbrados a pensar que todo lo malo es feo, y lo bonito es bueno. ¿Acaso no hay maldad en algunas cosas bonitas? ¿Acaso no hay maldad en los rascacielos y/o urbanizaciones lujosas, que se construyen próximos a barriadas paupérrimas?   La peor maldad es la que racionalizamos, la que creemos “normal”, que “no existe” (como algunos piensan del diablo) que es producto “del sistema”, “de nuestra alienación social”, “de la suerte”.  Me refiero a la maldad intrínseca, constante, que mata a largo plazo y que no pocas veces está ligada a la desigual supervivencia de los individuos.

Todos practicamos de una forma u otra, en escala proporcional, la pésima distribución de riquezas que ha mal afectado al mundo.  ¿Queremos una casa, o un hogar?  ¿Cuántos carros debe haber en la casa? ¿Cuántos aires acondicionados? ¿Cuántos teléfonos? ¿Cuántas televisiones? ¿Cuántos canales de televisión?  ¿Qué es lo realmente necesario en nuestros hogares, y cuáles son los excesos?  Estos excesos no sólo hacen que otros dejen de tener lo básico, sino que nos mantienen endeudados. ¿Cuánta deuda debe manejar una familia? ¿En qué nos endeudamos? ¿En un carro, o en la educación de nuestros hijos? ¿En la casa, o en pasar mayor tiempo juntos? ¿En las comodidades o en comer mejor? Habría que tener estos conceptos muy claros,  o asumimos el riesgo de esclaviarzarnos a nosotros mismos a través de otros (los que nos sobre-endeudan o nos mantienen sobre-endeudados)  Si usted no tiene bien definido qué es lo que realmente necesita en su vida (prioridades) algún tercero terminará tomando el control de ella (llámese jefe, entidad financiera u otra persona)  Y usted se aferrará a eso de tal forma, que no concebirá su propia existencia sin estarle adherido.  Así nace la nueva esclavitud, que a diferencia de la pasada (física) también tiende a ser emocional, mental y/o económica. Ya no es necesario privar al hombre de su libre albedrío, porque lo cede (o vende) sin mayor complicación.  La clase pobre trata de conseguir lo básico para vivir. La clase media oprime a la baja, y alta abusa de la media y de la baja.  Este esquema piramidal de organización social  (los muchos pobres en la base ancha, la clase media en la mitad y los pocos ricos en la punta) se basa en el sometimiento y la explotación. ¿Será que no podemos hacer algo mejor con nuestro libre albedrío que maltratarnos los unos a los otros, por necesidades básicas o por excesos? ¿Acaso seremos naturalmente MALOS?

Todo lo que hagan los padres antes, durante y después de la concepción de sus descendientes les afectará en debida proporción.  Utilizando la simbología Bíblica, con los hijos de Adán y Eva se definieron los tres tipos de humanidad que existirían hasta el final de los tiempos.  Los mártires, santos, sufridos y brevísimos encarnados en Abel.  Los malditos, malignos, malévolos y eternos encarnados en Caín.  Y el gran resto que trata de ser bueno, encarnados en Set.  Caín fue el primer hijo de Adán y Eva, nacido del adulterio de Eva con la serpiente (Eva no tenía muy clara sus prioridades, y terminó cediéndose a la serpiente) Caín es hijo carnal de Adán y Eva, pero hijo mental de Eva con el demonio.  Cuando Eva fue poseída por Adán durante la concepción de Caín, su mente ya era de la serpiente.  Tal y como muchas adúlteras (de pensamiento) hacen: Entregarse carnalmente a un hombre, mientras mental y emocionalmente son de otro hombre (o entidad, para el caso de Eva)  Posteriormente Caín expondría la mala semilla heredada, al seleccionar mal la ofrenda a Dios (una dote “insuficiente”) y la certificaría asesinando a su hermano por Envidia.  Algo muy similar a lo que Lucifer siente hacia Dios: Envidia (¿Acaso, herencia de su padre mental?)   De cualquier forma, hoy en día siguen y seguirán naciendo nuevas versiones de Caín, siempre que sigamos cediendo nuestro libre albedrío al demonio.  De igual forma continuarán los nacimientos tipo Abel y tipo Set.  De igual forma seguirán habiendo mártires, continuarán los adulterios (de pensamiento, palabra u obra) la envidia, el asesinato, las maldiciones, las bendiciones, la tentación y el traspaso voluntario o forzado de nuestro libre albedrío.  Todo este drama se repetirá hasta que la humanidad rompa su relación psico-emotiva con el demonio, tomando conciencia, control y responsabilidad  de su propia existencia, de su libre albedrío.

Hay cosas a las que cada humano debería tener acceso libre: un buen lugar donde vivir, una buena alimentación, una buena salud, una buena educación y seguridad social.  ¿Por qué hay tanta gente sin techo o muriendo de hambre, mientras unos pocos son excesivamente adinerados y poderosos?  Sucede que los menos están bien y los más están mal. Eso se llama: Terrible distribución de las riquezas, sometimiento y esclavitud. Uno dedica aproximadamente doce horas del día a actividades relacionadas directa o indirectamente al trabajo.  Y aún así existen empresas que atemorizan a sus empleados con el despido, los denigran y ni siquiera pagan las horas extras. ¿Acaso eso no es esclavitud?  El trabajo tal y como lo hemos planteado ¿Dignifica o esclaviza?  ¿Quitando la faena diaria, qué nos queda de vida?... ocho horas durmiendo y dos horas entre alimentación, necesidades fisiológicas y vestimenta.  Vivimos un residuo aproximado de  dos horas al día.  ¿En ese tiempo podemos dedicarle tiempo al hogar y a nosotros mismos si acaso?   ¿Acaso somos realmente conscientes de lo que nos está ocurriendo, o la vida se nos está pasando sin vivirla? ¿Vivimos o sobrevivimos?  Definitivamente, el modelo de supervivencia humano es opresivo, esclavista e inhumano.  Pero lo peor del caso es que ha sido diseñado para pasar desapercibido, volviéndonos víctimas y victimarios simultáneos del mismo.   Con esa actitud no sólo nos hemos destruido los unos a los otros con guerras y hambrunas, sino que también hemos dañado al planeta.  Es definitivo que al condicionar nuestro libre albedrío (físico, mental o emocional) a otro humano o al demonio, nos entregamos a la muerte.


  EL Hombre NO es naturalmente malo, Dios no crea cosas malas.  A mi parecer Dios nos creó incompletos, para llenarnos y fortalecernos con Él mismo, su creación, los unos a los otros como especie (“Amaos los unos a los otros”)  En lugar de eso, hemos hecho exactamente lo contrario: Creernos autosuficientes (alimentando un ego desproporcionado) volviéndonos dependientes de nuestras propias debilidades, odiar al hermano y destruir la creación divina.  Hay que crear consciencia y responsabilidad sobre nosotros mismos, nuestras virtudes y debilidades.  El diablo, utilizando nuestras debilidades, crea ruido (MIEDO, dinero,  trabajo, estatus, objetos materiales, “sapiencia”, orgullo, moda, poder, control) a nuestro alrededor para mantenernos evadidos de nosotros mismos (Alienados)  El libre albedrío nos fue dado para elegir AVANZAR o elegir no hacerlo... En cierta forma, cada uno de nosotros constituye el dios o demonio de su propia existencia, porque Dios lo quiso así.  Lo cual no implica que Dios no exista, ni que el diablo tampoco, ni mucho menos que el diablo pueda ponerse en la balanza con Dios, o que ambos sean la misma cosa o igualmente poderosos.  El diablo es un parásito sumamente contagioso, que se adhiere a nosotros a través de las  debilidades y el EGO.  Nosotros lo pasamos de generación en generación, como se pasa el ya mencionado “pecado original” (lo que le pasó el diablo a Eva, Eva a Caín y Caín a Abel: Muerte)  Sin embargo, haciendo uso adecuado del libre albedrío, podemos liberarnos a nosotros mismos a través de Dios y su creación. La única forma de romper este comensalismo con el demonio, es que destruyamos nuestras debilidades (defectos o como se le quiera llamar), para lo cual es preciso ESTAR CONSCIENTE DE UNO MISMO, ejerciendo y siendo responsable de nuestro libre albedrío  espiritual, físico, mental y emocional.

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