La vida es...

La vida es un regalo divino, no un préstamo humano.

sábado, 4 de junio de 2011

Vivir para volver a hacerlo (14 Nov 2010)

          ¿Qué es la vida? Mi usuario en el chat de gmail respondería: “Lo que nos deja el tiempo” ¿Pero, qué es la vida? De niño mi vida era jugar, de adolescente y joven mi vida fueron las mujeres, de adulto mi vida es mi familia. De viejo mi vida será ¿Sobrevivir a la edad y las enfermedades? ¿Acaso llegaré a viejo? No puedo decirlo, no tengo forma de saberlo. Lo que sí puedo decir es que jamás me imaginé casi cuarentón y criando hijos, pero en un abrir y cerrar de ojos he quedado siéndolo y haciéndolo. Ahora, no me atrevo a imaginarme criando nietos. Es sabroso ver a los niños crecer, pero cuesta años hacerlo. Son pedazos de la vida de uno que crecen para hacer sus vidas y/o  hacer otras vidas. Aún con la voz de mi esposa regañándolos a cada instante, ellos son algo por lo que daría la vida nuevamente. ¿Pero qué es la vida?

 
            He realizado lo que se espera de toda existencia animal: Nacer, crecer, reproducirse, envejecer y eventualmente tendré que morir. ¿Habrá alguien que pueda hacer algo diferente? Obviando el punto de la reproducción, nadie puede escapar al inicio, ni mucho menos al final del ciclo. Obviando los ideales, la espiritualidad, el intelectualismo, la fuerza, la profesión, los atractivos sexuales, metas y demás, pareciera que la vida sólo es eso: morir. ¿Habrá cielo, infierno o reencarnación? De hecho hay un Dios que nos quiere, pero seremos tan importantes para Él como para no traducir nuestra existencia en una mera certeza de muerte. O tal vez tengamos que redefinir lo que entendemos por “importante”, un poco más allá del egocentrismo y la megalomanía. No lo sé, quizás fijamos nuestras expectativas vitales demasiado alto o demasiado bajo. Cada cual habrá de encontrarle el gusto a su vida como le venga en gana, y de hecho así lo hacemos a diario. 
 
            No existe una fórmula matemática exacta, ni un dogma que nos imponga vivir. Lo hacemos por ímpetu, lo hacemos porque abrimos los ojos cada mañana, lo hacemos para poder soñar mientras dormimos (aunque recordemos nada al despertar) Vivimos para que nuestros hijos sonrían o nos ignoren, nos amen o nos maltraten. Vivimos para lograr unas cosas y fallar otras. Si el día está doblando la noche, y el placer nace a la vuelta del dolor, entonces la vida vendrá después de la muerte, de igual forma a como el latido precede al silencio. 

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