La vida es...

La vida es un regalo divino, no un préstamo humano.

sábado, 4 de junio de 2011

Introspección de la rabia (9 de Marzo de 2011)

Me doy ahora a la labor de analizar el otro lado de la rabia ¿Qué hay después de un ataque violento, de lo que comúnmente se conoce como “ataque de rabia” ?  Definitivamente que un ataque de rabia no puede ser analizado mientras ocurre, sino después (pero antes del próximo episodio).  Entendiendo por “rabia” nada similar a la hidrofobia o cualquier otra condición clínica similar, sino a la alteración negativa y violenta del estado anímico de una persona.  La “rabia” constituye una real pérdida de tiempo, una descarga de energía emotiva acumulada o generada al momento. Cosa muy distinta al hecho de dejarse pisotear por otros, o por determinada situación.  Definitivamente hay que manifestarse, lo cual no implica tener que explotar en un ataque de rabia, berrinche o histeria en el mejor de los casos.  En el peor estaríamos hablando de una manifestación violenta de alto calibre, que implicara lesiones corporales o muerte (Si se fijan, cada vez hay más rabia y menos respeto a la vida)
Primero he de reconocer mi culpa como ser “rabioso”  Andar chocando por allí con todo y contra todo, es algo que en lo personal me ha desgastado demasiado.  Una demostración excesiva de fortaleza, poder e imposición (no física, sino a través del insistente intento de convertir a los demás mental o espiritualmente) es algo que ha consumido mis energías enormemente, y como bien lo diría alguien… yo ya estoy demasiado viejo para tirármela de “eso”… bravucón temerario.  Siempre hay alguien más “bravo” o “rabioso” que uno, siempre hay alguien más inteligente o bruto, simpático o feo, siempre habrá alguien que lo haga mejor o peor.  El asunto aquí no es “ser el más o el mayor en todo momento” sino que cada quien “sea a su tiempo lo que le toca ser” (favor no confundir el libre albedrío con el libertinaje) por eso, en estos últimos escritos sólo me limito a expresar mi opinión, digamos, sin tanta efervescencia (¿Rabia?) y evitando ciertos temas tan cíclicos como improductivos Evito discutir los síntomas, para enfocarme en la causa: El hombre.  Léase, no se trata de curar sino de dejar de hacer lo que nos mantiene enfermos.  Porque hemos elegido vivir enfermos, haciendo y asumiendo actitudes enfermas.  Luego, no hay que curar sino DEJAR DE HACER.  Atentar contra el libre albedrío de las personas física, mental o espiritualmente es algo que resta más de lo que suma al individuo, espiritual, mental o físicamente.  
¿Qué hay detrás de la rabia?...dolor, mucho dolor, resentimiento, sensación de pérdida, duelo etc.  Yo diría que el rabioso es una persona que no está clara con el panorama emocional que le exige la vida.  Un ser que no ha terminado de identificar lo que le ocasiona dolor, y que eventualmente termina “explotando” en un ataque mal habido y violento.  El rabioso es una persona que no ha aprendido a lidiar con el dolor, y puede que tal vez sea muy torpe manejando cualquier otro tipo de emoción.  También considero que estos ataques pueden darse como una respuesta exagerada al temor.  Como si el recuerdo de alguna manifestación dolorosa, generara tal temor en el individuo, que sumado a su incapacidad en el manejo emotivo, terminara traduciéndose a corto o mediano plazo en un “ataque de rabia”.  Es decir, el reflejo exagerado de algún mecanismo de defensa primitivo.  El rabioso es una persona cuyo umbral de tolerancia es muy limitado, tal vez por la crianza que recibió, sometido a niveles altos de exigencia.  No sé, no soy psicólogo ni siquiatra, recuerdo que estas son sólo especulaciones mías, sin fundamento científico de ningún tipo.   Inclusive, la rabia puede constituir un mecanismo de escape al no poder lidiar con diversas situaciones que comprometen su poca capacidad de mediación y su torpe manejo emocional.  Diría yo que las personas más proclives a estancarse en el pasado (a quienes se les dificulta olvidar un evento de cierto grado de crudeza) y/o que viven atemorizados hacia el futuro, son más propensas a “explotar de la rabia”.  No disfrutan del presente, porque no han aprendido a mediar consigo mismos, con los demás y con las circunstancias.  Luchan por cambiar  todo a su alrededor, viven en constante estado de guerra con el mundo, y luego se dan golpes en el pecho diciendo que “no son mediocres” que son luchadores, líderes o batalladores.  Cuando en el fondo sólo son una especie de niñas y niños traumatizados, dolidos y en busca de aprobación.
¿Qué hay detrás de la rabia? Pues yo lo resumo como temor, inseguridad y dolor.  Detrás de las explosiones de rabia recurrentes, puede existir un individuo sumamente lastimado por la vida, inseguro,  y que inconscientemente continúa infringiendo dolor a sí mismo y a los demás.  Repitiendo malos patrones heredados (de los cuales aún de adulto no ha podido liberarse) hacia su propia descendencia. Utilizando la ira como mecanismo de fuga o compensación a su inseguridad (temor) y  torpeza emocional.   En todo esto juega un tremendo papel la sociedad irreal (de falsas expectativas cohabitando con el capitalismo salvaje) en la que vivimos.  Sociedad que condena al individuo que se sale del molde, y peor aún, una sociedad que condena y ridiculiza al individuo que se equivoca.  Una sociedad que nos induce a hacer todo lo que los demás hacen (para reducir el riesgo de “pérdida” en la productividad) y a concebir el “éxito” como una marca de ropa o de perfume, un título académico,  un cargo laboral, o un estatus de vida.  Una sociedad que NO nos motiva a indagar dentro de nosotros mismos, exorcizándonos de culpas y demonios impuestos por uno mismo, por el peso del propio árbol genealógico, o por los modelos que salen de nuestro “simple” televisor (3D, plano, enorme, de alta definición etc.)  Una sociedad que no da tiempo para reconocer, ni corregir errores, pero que siempre está dispuesta a castigarlos severamente alardeando aleccionamientos públicos.    Así nadie se atreverá a crear caminos nuevos, ni mucho menos a equivocarse caminando los viejos.  Este tipo de sociedad genera individuos de masa, que siempre recorrerán el mismo camino, apenas tratando de hacerlo en el menor tiempo posible, sin errores de ningún tipo, buscando la perfección en un único sentido, a si sea dando infinidad de vueltas en el mismo círculo, mutilándose a sí mismos y a los que le rodean.  Si tuviéramos una sociedad más introspectiva, analítica de sus propios errores, un poco más comprensiva y formativa (sin aupar la mediocridad) es decir, si tuviéramos una sociedad más real, más humana, tal vez tuviéramos menos gente “intolerante”, rabiosa, violenta, adicta, deprimida, ansiosa o fármaco-dependiente.
¿Qué hay delante de la rabia?  O mejor dicho ¿Qué queda después del ataque de rabia?  Pues, lo mismo que la generó: Mucho DOLOR en cualquiera de sus formas.  Dolor para quien la generó y dolor para quien la recibió.  Hay individuos que se vuelven adictos a estos estados de ánimo, creando alguna forma de autosatisfacción de muy bajo nivel.  Y cuando digo individuos, me estoy refiriendo a hombres y mujeres en general.  Ahora bien, dista mucho “explotar en un ataque de rabia” que “manifestarse en la exigencia de nuestros derechos”  Los ataques de rabia casi siempre generan nada productivo, dejando un tremendo saldo de pérdidas físicas, emocionales o mentales, que por lo general, en lugar de resolver el problema se agregan a él.  ¿Puede uno vivir así?... pues, lo digo por experiencia propia, DUELE.  Al final de cuentas, la pérdida es mayor que la ganancia, los problemas no se resuelven, se daña uno y daña al resto.  Es una auténtica victoria pírrica, pero crea adicción (por el ya mencionado ciclo de refuerzo rabioso-daño vs daño-rabioso)  Me decidí a escribir sobre este tema porque se está volviendo pandémico.  Parece una cosa sencilla, pero no sé por qué tengo la impresión de que hay MUCHAS personas escogiendo el camino equivocado, es decir, en lugar de manifestarse y mediar, se la aguantan callados (como ya anteriormente he escrito en otros tantos artículos) o explotan dolorosa e improductivamente.   
¿Pero cómo dejar de hacerlo? ¿Cómo dejar de aguantarse cosas, sin tener que explotar violentamente? ¿Cómo evitar esos sobresaltos de naturaleza tan emotiva como retorcida (que retuercen al portador)?  Aunque parezca una estupidez, y que una cosa no guarde relación con la otra, diría yo que siendo más tolerantes para con uno mismo y para con los demás.  Algo muy similar a lo que dijo Cristo para con el golpe en la mejilla, o Sócrates sobre la cadena de injusticias.  Desarrollar con maña y paciencia, una disciplina de aprender de nuestros errores, sin tener que odiarnos por ellos.  Ser honestos con uno mismo, con nuestras emociones, reconocer el temor y el dolor a tiempo, saber qué lo genera y aprender a tratarlo.  No desarrollar una conducta de sometimiento sino de mediación, de canalización sana.  Aprender de nosotros mismos, dejar de culpar tanto al resto, tenernos mucha paciencia y tenerle mucha paciencia al resto de las personas.  Entender que los sentimientos son parte real, activa y preponderante de la vida, que ignorarlos nos lleva a conductas violentas, improductivas, a la depresión, ansiedad, desesperanza, desesperación o a cualquier forma de vicio.  Estar conscientes de nosotros mismos, del Creador y la Creación, nos va quitando el dolor y el temor de encima. Vivir a un tiempo, el presente, con el justo recuerdo del pasado (para aprender, no para atarse a él) y la proyección necesaria hacia el futuro (sin alimentar temores con fantasías o pesadillas ajenas o propias)  Un poco de honestidad y entendimiento del hombre para consigo mismo, algo de saber perdonar, un poco de ubicación en tiempo (presente) y espacio, y MUCHA paciencia,  tal vez nos ayude  a vivir con más calma, sin tener que someternos, sin tener que someter, sin tener que “explotar de la rabia”

No hay comentarios:

Publicar un comentario