La vida es...

La vida es un regalo divino, no un préstamo humano.

sábado, 4 de junio de 2011

La rueda del hámster (27 de Enero de 2011)

¿Será que a veces nos sentimos como el hámster, corriendo en la rueda? ¿Qué pasa, Panamá?  Los gobiernos son emanaciones de sus pueblos, pueblos malos dan malos gobiernos, malos gobiernos alimentan pueblos malos, es un ciclo, la rueda del hámster.  Cada cinco años vamos a un fraude democrático que llamamos “elecciones” eligiendo el mal menor.  Cada gobierno que sube reta a su antecesor en incapacidad, y, para tristeza del pueblo, siempre termina superándolo. ¿Por qué? ¿Será porque estamos generando malas opciones? ¿Será que cada gobierno que sube, debe ser malo, para alimentar la mediocridad de un pueblo que a su vez genere malos gobernantes?  ¿Será que los malos pueblos y los malos gobiernos son dos caras de la misma moneda, y se necesitan entre sí para sobrevivir como MALOS al fin y al cabo? El cambio no está en el gobierno, ni en el pueblo, sino en el hombre.  El hombre hace pueblo, y el pueblo hace gobierno.
Otros hablan del sistema, “el sistema”.  El sistema es malo, el sistema lo otro.  ¿Pero quiénes hacen el sistema?...los hombres ¿Y a quiénes victimiza el sistema?...a los hombres. ¿Quiénes mantienen el sistema?...los hombres.  Un sistema siempre produce en función de lo que recibe, es decir, entra basura, sale basura. ¿Quién alimenta al sistema?...los hombres. ¿Quién cambia el sistema?...el hombre.  ¿Quién programó al sistema?...el hombre. ¿Quién supervisa la ejecución del sistema?... el hombre. El único sistema autosuficiente y realmente bueno, lo tiene el hombre a su disposición desde que nace: LA VIDA, por obsequio divino.  Es gratis, pero conlleva una tremenda responsabilidad: VIVIRLO. Y nos hacemos tan infelices, volviéndonos piezas, módulos o subrutinas de malísimos programas hechos por el hombre.  Rechazamos lo bueno que Dios nos REGALÓ, para vivir de lo malo que nos COBRA el hombre (cito los impuestos, por ejemplo)
¿Será entonces que el hombre tiene la culpa de todo lo que le pasa? Pues sí, tristemente sí, y es una óptica que debemos cambiar, porque así como pasa en nuestra vida, que al fin y al cabo somos el producto de nuestras decisiones, pues así mismo nos acontece como sociedad, como  pueblo.   ¡Ojo! No con esto estoy queriendo librar  a los gobiernos y sus acólitos (por no decir serviles) de la responsabilidad en el fallo existencial de sus pueblos.  Pues, dado que ellos alimentan, sostienen y mantienen un sistema nefasto (con autoridades no pocas veces corruptas e inoperantes) son totalmente CULPABLES por igual.  Como la persona que va a un médico queriendo que lo sane, y termina matándolo (recuerdo el término jocoso del matasano) lo que hacen los gobiernos con sus pueblos es inmoral, inhumano y suicida.  Dado que si entre tanta incapacidad y explotación contra nosotros, nos terminan extinguiendo, pues, se extinguen ellos.  La vida política del ser humano, así como la profesional o la social, es una manifestación interna de su ser.  El que se engaña a sí mismo, intentará engañar a todo lo que le rodee y en cualquier ámbito (político, social, religioso etc.) porque internamente sabe que está mal, y trata de amoldar todo alrededor suyo para hacerlo sentir “bueno”.  El que es sincero consigo mismo, tratará de ser sincero con todo lo que le rodee y en cualquier ámbito.  En lo personal, me parece que el mundo se está ahogando en sus propias mentiras, dado que pensamos de una forma, hablamos de otra, sentimos de otra y ACTUAMOS de otra. ¿Acaso eso no es engañarse a sí mismo, o engañar al resto?
Hay que hacer más escuela en Panamá, y a diferentes niveles.  A nuestros niños los llevamos al karate, a nuestras niñas al ballet, nos preocupamos por darles la mejor escuela, los mejores aparatos, instrucción de liderazgo a nuestros jóvenes, que estén al día en la tecnología, en pocas palabras… “que nadie les eche cuento”, pero ¿Acaso les estamos enseñando a escucharse a sí mismos, o al medioambiente que los rodea, a ser personas? ¿O le estamos enseñando a ser masa, que escuchen el televisor, las novelas, la radio, las palabras sucias, el irrespeto, la calle, los juegos, LOS EXTRAÑOS?  Estamos enseñando a nuestros hijos a sentirse extraños en su propio hogar, en su propia casa, para con ellos mismos.  Luego, que no nos sorprenda cuando crecen Y NO LOS CONOCEMOS.  Porque le hemos dado una crianza (no educación) para ser extraños, que al verse al espejo no se vean a ellos mismos, sino a un modelo de televisión, a un ser violento, o a un asco de persona (sin amor propio, ni orgullo)  Luego qué decir de los adolescente, luego de los jóvenes, luego de la persona, luego de la sociedad y luego de un pueblo, un pueblo que efectivamente NO ENTENDEMOS, porque nos resulta “extraño” en su forma de actuar, y es que nosotros mismos la cultivamos así, generación tras generación.  Somos causa y efecto de esta alienación masiva.  ¿Por qué el panameño no hace (HACEMOS) más que quejarse? ¿Pareciera que nos gusta el dolor? ¿O será que hemos dejado de entendernos a nosotros mismos, de uno con uno mismo, y de uno para con el resto de los mortales?
Hay que hacer más escuela, con niños, adolescentes, jóvenes y ADULTOS.   Enseñarles lo que los hogares dejaron de enseñar (respeto, urbanidad, cívica, orgullo, amor propio, tesón, voluntad, carácter, competencia)   Los que a las escuelas ya no les interesa enseñar (¿Cómo pueden enseñar esto, maestros y profesores que no lo recibieron del hogar, porque de hecho jamás tuvieron hogar, aunque hayan tenido casa, buena o mala?)  Dejemos a un lado, un poco, el entrenamiento físico, mental, económico y el espiritual moldeado (ritos impuestos, repetitivos, vacuos y gastados) Hagamos ESCUELAS DE HOMBRES Y MUJERES, no tanto de karate, no tanto de ballet, no tanto empresariales, no tanto de FALSOS LÍDERES, no tanto de conocimiento, no tanto artísticas. Primero hagamos HOMBRES Y MUJERES, y todo lo demás en base a ello, proporcionalmente, en escala: Sociedad, pueblo, gobierno, país, PLANETA.

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