La vida es...

La vida es un regalo divino, no un préstamo humano.

sábado, 4 de junio de 2011

La eternidad a cada instante, pensando en 3D y HD (13 de Abril de 2011)

Me ha dado por creer que cada momento en la vida del ser humano, cada instante es como un punto  dentro de un eje de coordenadas  tridimensionales.  Cada punto tiene la potencialidad de proyectarse hacia cualquiera de las tres dimensiones, ayudando a formar líneas, planos o volúmenes.  Si proyectamos dicha intencionalidad hacia la naturaleza caótica del ser humano, cada instante de nuestra vida nos puede lanzar en N direcciones diferentes.  Intelectualmente hablando, antes consideré que la vida era un esquema dual, es decir, Sí o No, Cierto o Falso, Uno o Cero, Blanco o Negro, Día  o Noche, Sístole o Diástole, Consciente e Inconsciente, Fenotipo y Genotipo.  Ahora reconozco que cada momento en  la vida es la transición entre estos dos estados (de naturaleza arquetípica, dos extremos)  Pero dicha transición comprende N (infinitos) estados intermedios.   Por citar un ejemplo: ¿Cuántos números existen del cero al uno, en el sistema de numeración decimal?  En apariencia UNO, en esencia: INFINITOS (contando los decimales)
Haciendo referencia a mi escrito “Los tres estados de Dios”, en el que enfoco la existencia Divina (de la primera voluntad) en función de tres instancias del mismo ser: El No ser (vacío) El total Ser (lleno total) y las infinitas transiciones entre el NO SER intentando SER (EVOLUCIÓN)  Luego se habría de presentar igual cantidad de  infinitos estados transitorios, pero en sentido contrario (surgiendo de la saturación del vacío, aplicando el movimiento en resorte-espiral de la voluntad primigenia o primera vibración)  del total Ser intentando no ser (INVOLUCIÓN) Estos infinitos estados transitorios generados por Dios durante la creación (en uno u otro sentido, evolucionando o involucionando) se reflejan a cada momento en la vida del humano (porque fuimos hechos a imagen y semejanza divina)  Entre lo que decidimos ser (o hacer) algo que no somos (o hacemos) pueden haber infinitos estados de transición, infinitas probabilidades de ser lo que no somos.  Es decir, la vida humana, en cada instante se traduce en una potencialidad infinita de opciones. ¿Pero qué define el resultado y lo que finalmente quede de nuestras acciones? Pues, definitivamente la certeza de nuestras decisiones.  En cualquier caso el efecto es el mismo, nuestra vida se recrea a cada instante, nuestra realidad y nuestro futuro lo hacemos en cada momento.  El concepto de MALO O BUENO no es más que el grado de adaptación al nuevo mundo que hemos creado.  Lo que sí no me parece es que  haya quien “no cambie”, es imposible.  De hecho, físicamente cambiamos a cada rato, en un proceso de generación que llamamos “crecimiento” y otro de degeneración que llamamos “envejecimiento”, indistintamente a que tan consciente seamos de ello.  De igual forma, intelectual y emocionalmente cambiamos a cada instante. 
¿Como seres humanos perfectamente finitos, estaremos en capacidad de concebir estas N probabilidades a cada instante, discernir y accionarnos hacia lo mejor? (considerando “lo mejor” como el reducto de la adaptación entre el no ser y el nuevo ser)  Desde este punto de vista muldimensional, el ser humano es quien finalmente crea su realidad, partiendo de la abstracción vital que le compartió el Creador durante la Creación. ¿Pero habrá algo que regule esa capacidad creativa, inherente a cada ser humano sobre hacer y deshacer sobre su propia existencia? ¿El libre albedrío tendrá entonces algún tipo de marco, si constantemente recreamos nuestra existencia? (Esto considerando las enfermedades congénitas, accidentes, fatalidades y desgracias que heredamos eventualmente ligadas al derecho a la vida, sin elección nuestra, obviando la ley del karma y la teoría de la reencarnación)  Prefiero primero evaluar si estamos o no capacitados para concebir las N posibilidades de vida, que se nos abren a cada instante…yo creo que sí.  Como siempre he dicho: Vivimos en un mundo perfectamente caótico, utilizando nuestro cerebro.  El integra la información que nos llega en cualquier dirección y a todo momento, creando cierto orden cognoscible.  Claro que estamos preparados para aprovecharnos del caos, e interactuar con realidades diferentes e independientes al mismo tiempo.  Lo hacemos cada vez que masticamos chicle y caminaos, conciliamos dos realidades: Masticamos chicle y caminamos.  Lo hacen las mujeres cuando se maquillan en el auto y hablan simultáneamente con sus maridos.  Se miran al espejo, afrontan una realidad y hablan con el marido simultáneamente, afrontando otra realidad.  Lo hacemos todos y cada uno de nosotros al hablar con otra persona, vemos su rostro PERO IMAGINAMOS EL PROPIO (o  por lo menos, lo damos por entendido)  Dos realidades, que a su vez pueden interpretarse como dos caras de una misma realidad a través de la cual vivimos.  Luego, ¿Tenemos o no la capacidad mental de fluir simultáneamente en diferentes sentidos?  Pues, yo digo que sí, y digo que es una facultad innata, y digo que es un regalo divino, que siempre hemos utilizado sin estar del todo conscientes de ello.
El problema es la linealidad, el mundo impositivo en que vivimos, que nos fuerza a ir en una línea, en un solo sentido.  Somos partículas multidimensionales fluyendo dentro del Creador y nos mantienen encerrados en limitaciones, o mejor dicho, nos mantenemos encerrados en ellas. Algo ocurre a nivel de las emociones, algo no hemos aprendido de nuestros umbrales emocionales que circunscriben, por no decir, limitan nuestro razonamiento a una tendencia lineal (sin volumen)  ¿Hasta qué punto nuestras emociones influencian, matan o limitan nuestras nuevas ideas y la capacidad de sobre exponer a nuestro cerebro a la diversidad de pensamientos, que lo obligue casi por desgaste, a utilizarse en una mayor capacidad?  ¿Será acaso la misma “emotividad” que nos somete a voluntad, por comodidad, o por imposición, los unos a los otros? ¿Hasta qué punto la irracionalidad puede ser una ruptura extrema de la racionalidad para con la linealidad/monotonía de pensamiento sometido? Es una pena subutilizarnos de esta forma, por no decir que es un crimen.  Pienso que de la capacidad de contemplar simultáneamente diferentes opciones, nace por intuición, por naturaleza propia de nuestro cerebro, LA VERDAD.  Una verdad, un pensamiento que tal vez no nos venga en forma de números o letras, sino de imágenes y sentimientos.  Imágenes y sentimientos que resuelven situaciones racionales, equivale a pensar en tres dimensiones.  Tal vez el plano ya se nos quedó corto, hay humanos que están queriendo diversificar su forma de pensar.  Más allá de las ecuaciones (esto lo digo como ingeniero) habrá un camino, una forma de conocimiento TANGIBLE.  Si no fuera así, si no tuviéramos esa capacidad, cómo sería posible (a veces) resolver problemas mientras dormimos ¿?  El subconsciente trabaja con imágenes, y   en algún lugar que aún desconocemos se integra perfectamente con el consciente.  Es decir, si alguna vez recién despertados, han intentado recordar el sueño último, lo más seguro es que notaron cómo se han iban quedado dormidos nuevamente.  ¿Pueden interactuar el consciente y el inconsciente  simultáneamente?  Yo creo que sí, otra cosa es que lo notemos.
He empezado a creer en una NUEVA FORMA DE RAZONAMIENTO, muy alejada de los caminos seguros del razonamiento (ver mi artículo con el mismo nombre) que hasta el momento nos han llevado a ser más destructivos que constructivos.  ¿Hasta qué punto hemos ignorado nuestras potencialidades?  ¿O será que le tememos a un mundo donde todos podamos ver en trescientos sesenta grados, no sólo en ciento ochenta (ciento ochenta con los ojos, ciento ochenta con el conocimiento)? ¿Estaremos maduros, preparados para eso?  ¿Será que hemos estado más preocupados de nuestros defectos y debilidades, más que descubrir nuestras virtudes o capacidades?  Alguien una vez me dijo (no recuerdo si lo he comentado en otros artículos, me parece que sí) que para hablar bien en inglés había que pensar en inglés, no pensar en español y luego traducir.  A veces creo que el mundo (no el planeta) se le ha quedado demasiado chico a la humanidad.  Vivimos en una realidad de odio reforzado, que genera dolor, el dolor es un vehículo de aprendizaje no así el aprendizaje en sí.  Nada crece sometido al dolor constante, bruto e improductivo que nada enseña.  El ser humano se ha atrofiado por cuenta propia.  Pero, tal parece que esto ya no será así, aunque romper el molde nos duela un poco, nuestras facultades son muy superiores a la maldad que hemos generado.    Dios no nos creó para ser infelices, ni miserables, eso ha sido nuestra elección, de entre N probabilidades hemos vivido eligiendo la peor.  Pero nuestra naturaleza es otra, somos seres de infinitas potencialidades y vivimos la eternidad a cada instante, consciente o inconscientemente.

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