¿Finalmente habremos dejado de ser politeístas? Si bien es cierto los antiguos creaban un dios para cada cosa, todos hechos a la medida, me parece que hoy no estamos tan lejos de esa costumbre. No me refiero a las tres divinas personas, yo creo en La Santísima Trinidad, pero me niego a creer en la existencia de un dios manipulador de masas. El pecado original de todas las religiones, siempre ha sido el sometimiento humano. Crear un dios a imagen y semejanza humana, y no al revés, como dice La Escritura. Un dios emocional, vengativo, amoroso y hasta vulnerable a través del sufrimiento que le cargamos encima.
El hombre, en su afán de darle a todo un nombre y una cara, aunque sea recreándolo bajo su óptica tan circunstancial como subjetiva e ignorante… termina alienado en un invento de opresión disfrazado de espiritualidad. Tanto así que se encarcela a sí mismo en celdas “trascendentales” con diferentes idiomas, ritos, colores y personalidades. Facciones, movimientos no pocas veces sustentados por sangre humana, tal vez emulando los sacrificios religiosos antiguos, consciente o inconscientemente.
¿Tendrá algo que ver eso con Dios? ¿Será que la esencia de la fe consiste en creer sin ver, sin entender, sin reducir a Dios a un esquema humano? ¿Será que la fe colapsa por la incapacidad humana de concebir algo que no quepa en su intelecto? ¿Será que tendremos que aprender a vivir en Dios, en lugar de humanizarlo?
Pues, muy en el fondo seguimos siendo politeístas, porque cada vez reinventamos a Dios a imagen y semejanza de lo que nos convenga.
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